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firstborn

III

El aire de la calle era desagradable, no sé por qué pero algo no pintaba bien en el Gheto.
Me dirigía al taller de Orejas, llamado así por sus pabellones auditivos y porque si pasaba algo mínimamente interesante en el Gheto, él sabía siempre algo.
Como hacía ultimamente me acerqué al taller de Orejas andando con un cigarrillo en la boca, un par de whiskys en el cuerpo, mi bloc de notas y unos cuantos pavos en el bolsillo. También llevaba a Miranda conmigo, una magnífica Desert Eagle con siete balas en su cargador.
Llegué al taller, como siempre estaba lleno de coches de colores llamativos, con llantas de aleación y con mil cosas más que hacían que esos coches parecieran jodidas naves espaciales.
-¿Orejas?
-Pasa Patrick.
El mono de Orejas tenía más mierda que un marrano en una pocilga, me acerqué a él para estrecharle la mano pero cuando se las ví llenas de grasa pensé que no era buena idea.
-¿¡Joder tío, quién coño te ha hecho eso en la cara!?
-Ah esto, nada, unos amigos míos que me encontré anoche, buena gente.
-Pues deberías de pensar en cambiar de amistades.
-Eso es lo que decía mi madre. Bueno, vayamos al grano, ¿de qué te has enterado?
-Ven, mejor hablamos en mi despacho.
Lo que Orejas llamaba "despacho" era una habitación con un escritorio y una mesa, lleno de posters de mujeres de muy buen ver y con papeles por todos lados.
Saqué un cigarro de mi cajetilla de tabaco y lo encendí.
-Pues verás Patrick, me enterado de que a ese Bala de Plata nadie le ha visto la jeta, se sabe que tiene unas oficinas en pleno centro de la ciudad y que es el que mueve el veinte por ciento de toda la droga que se pasa por nuestra zona. Por lo que parece el tío quiere "limpiarse", y ahora está haciendo negocios para poder montar varios campos de golf y un par de centros comerciales.
-Mmm... Ya, y para eso necesita limpiar el Gheto de arriba a abajo.
-Si, por eso mucha gente está disgustada con él, porque no van a poder pillar nada del pastel, que es muy grande y con muchos ceros.
Di otra calada al cigarro y mientras el humo se arremolinaba en mis pulmones me percaté de que orejas me miraba con ojos sibilinos.
-¿Sí?
-Quiero que te lo cargues.
-Sabes que eso tiene un precio Orejas.
-Sí, lo sé, no me importa, últimamente he pillado mucha pasta tuneando coches de negros, así que no es problema.
-Ok, una cosa, yo haré mis indagaciones pero me darás toda la información que llegue a tus oídos sobre Bala de Plata. Otra cosa, neceisto un coche estoy hasta las pelotas de ir andando de un lado a otro.
-Creo que tengo algo para tí, habla con este tipo en el desguace y dile que vas de parte mía.
-Ok.
Miré el papel arrugado y manchado que me dió, tenía un nombre realmente gracioso, Faros.
Sonreí y guardé el papel en un bolsillo de mi chaqueta, Orejas me dio un sobre abultado.
-Aquí va la mitad, la otra mitad cuando termines.
Guardé el sobre en el bolsillo interior de mi chaqueta y me largué a por mi coche nuevo.

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