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firstborn

IV

Cuando fui a buscar mi nuevo coche, creí que todo se iba a solucionar, un nuevo carro y ya no más caminatas de un lado a otro. Para mi trabajo el tener un coche es realmente importante, ya que hay que moverse mucho y si las cosas se ponen feas hay que poner tierra de por medio.
Llegué al desguace de Faros, cuando llamé a la puerta de la caseta que se ubicaba en medio de tanta chatarra comprendí por qué le llamaban Faros.
El tipo tenía unas gafas con unos cristales del espesor de un tranvía, cuando lo ví sonreí.
-Supongo que tú debes de ser Patrick.
-Así es.
-Entonces sígueme.
Faros me llevó a través de las montañas de desperdicios de coches, lavadoras, tostadoras, frigoríficos y un sin fín de aparatos muchos de ellos irreconocibles por el estado en el que se encontraban.
-Aquí tienes tu coche.
-Oh...
Cuando ví aquella lata destartalada blanca sobre cuatro ruedas pensé que era una broma, esa jodida chatarra se desmontaría a los cien metros de arrancarla.
-Ehhh... Faros... ¿Seguro que eso puede andar?
-Andar no, pero correr... Eso es otra cosa. Esta jodida máquina lleva un motor de seis cilindros en uve. Lleva un depósito de nitro que muchos quisieran, pastillas de freno nuevas, sistema de elevación y otra serie de extras marca de la casa, es la mejor máquina que puedes encontrar en todo el puto Gheto.
-Pues prefiero probarlo primero.
Decidí ponerle un nombre, mi anterior coche se llamaba Frankie, porque parecía el puto Frankestein pero en coche, verde y cuadriculado. A este debido a su aspecto le llamaría Lata.
Monté en Lata y me dí un paseo por el desguace, el coche iba como la seda, me iba a llevar bien con él, paré y me acerqué a Faros.
-¿Supongo que te deberé algo no?
-No, le debo muchos favores a Orejas, así que no hace falta que me des nada.
-Pues muchas gracias por esta maravilla.
-De nada, si tienes problemas con el coche llamame a este número.
Me dió una tarjeta que guardé en el bolsillo interior de mi chaqueta y arranqué en dirección a mi casa.
Mientras estaba conduciendo, noté que al coche le faltaba algo, me encendí un cigarro y el humo inundó el coche, ahora todo iba a ir sobre ruedas.

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